de nuevo mi muerte, como los judíos la de Lázaro: la prensa, en la que mejor podía confiar, hallábase amordazada con mordaza de oro. Mis contrarios lo tenían todo: habilidad, prestigio, influencias, medios de abrirse paso y de cerrármelo, apariencias de interés en favor mío, tomadas todas las medidas y alturas: hasta les favorecía la actual situación. Quien tiene dinero hace su negocio: ellos teníanlo todo, yo nada tenía, mas no, digámoslo al revés: ellos no tenían nada y yo lo tenía todo, puesto que no me abandonaba ni me abandona la Divina Providencia, que realza al caído, saca del lodo al pobre y hace que resplandezca por encima de las tinieblas de la impostura y la difamación el sol de la justicia. Dios vuelve siempre por la verdad y nunca es tarde cuando ayuda.