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LAS CANCIONES QUE OYÓ LA NIÑA

UNA

Tras de los limpios cristales
Se agitaba la blanca cortina,
Y adiviné que tu aliento
Perfumado la movía.

Sola estabas en tu alcoba
Y detrás de la tela blanquísima
Te ocultabas, ¡cruel!, a mis ojos...
Mas mis ojos te veían.

Con cerrojos cerraste la puerta,
Pero yo penetré en tu aposento,
A través de las gruesas paredes,
Cual penetran los espectros;
Porque no hay para el alma cerrojos,
Ángel de mis pensamientos.

Codicioso admiré tu hermosura,
Y al sorprender los misterios
Que a mis ojos velabas..., ¡perdóname!,
Te estreché contra mi seno.