Página:En las Orillas del Sar.djvu/117

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Brutales son sus iras,
Y aún quizás más brutales sus amores;
No provoquéis al monstruo de cien brazos,
Como la ciega tempestad terrible,
Ya ardiente os ame o fríamente os odie.

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Cuando sopla el Norte duro
Y arde en el hogar el fuego,
Y ellos pasan por mi puerta
Flacos, desnudos y hambrientos,
El frío hiela mi espíritu,
Como debe helar su cuerpo,
Y mi corazón se queda,
Al verles ir sin consuelo,
Cual ellos, opreso y triste,
Desconsolado cual ellos.

Era niño y ya perdiera
La costumbre de llorar;
La miseria seca el alma
Y los ojos además:
Era niño y parecía
Por sus hechos viejo ya.

Experiencia del mendigo,
Eres precoz como el mal,
Implacable como el odio,
Dura como la verdad.