Página:En las Orillas del Sar.djvu/131

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«Si del hombre la vida en la tumba
¡Oh bella, se acaba,
Qué profundo y cruel desengaño,
Qué chanza pesada
Te juega la suerte,
Le espera a tu alma!»

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A la sombra te sientas de las desnudas rocas,
Y en el rincón te ocultas donde zumba el insecto,
Y allí donde las aguas estancadas dormitan
Y no hay humanos seres que interrumpan tus sueños,
¡Quién supiera en qué piensas, amor de mis amores,
Cuando con leve paso y contenido aliento,
Temblando a que percibas mi agitación extrema,
Allí donde te escondes, ansiosa te sorprendo!

— ¡Curiosidad maldita!, frío aguijón que hieres
Las femeninas almas, los varoniles pechos,
Tu fuerza impele al hombre á que busque la hondura
Del desencanto amargo y a que remueva el cieno
Donde se forman siempre los miasmas infectos.

— ¿Qué has dicho de amargura y cieno y desencanto?
¡Ah!, no pronuncies frases, mi bien, que no comprendo;
Dime sólo en qué piensas cuando de mí te apartas
Y huyendo de los hombres vas buscando el silencio.