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Rosalía de Castro

La nieve de los años, de la tristeza el hielo
Constante, al alma niegan toda ilusión amada,
Todo dulce consuelo.
Sólo los desengaños preñados de temores
Y de la duda el frío,
Avivan los dolores que siente el pecho mío;
Y ahondando mi herida,
Me destierran del cielo, donde las fuentes brotan
Eternas de la vida.

VI


¡Oh tierra, antes y ahora, siempre fecunda y bella
Viendo cuan triste brilla nuestra fatal estrella,
Del Sar cabe la orilla,
Al acabarme, siento la sed devoradora
Y jamás apagada que ahoga el sentimiento,
Y el hambre de justicia, que abate y que anonada
Cuando nuestros clamores los arrebata el viento
De tempestad airada.

Ya en vano el tibio rayo de la naciente aurora
Tras del Miranda altivo,
Valles y cumbres dora con su resplandor vivo;
En vano llega mayo de sol y aromas lleno,
Con su frente de niño de rosas coronada,
Y con su luz serena:
En mi pecho ve juntos el odio y el cariño,