Página:Encuesta feminista argentina.djvu/14

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Constante, pues, en mi papel de defensor de los derechos de la mujer — de cuyas debilidades e imperfecciones tanto la jus- tifica lo irracional de la educación a que estuvo sometida en la sucesión de las generaciones—; puesto ya en conocimiento de los factores que deben concurrir a su elevación moral, imte- lectual y económica, y desentrañando todo el significado que a ese, como a otros respectos, encierra la fórmula uxiversal que manda aplicar a los grandes males, grandes remedios, fué que un día de inspiración feliz, pensé que para hacer con acierto algo que fuera el principio de obras prácticas y perdurables, que sumaran, fuera de la acción doctrinaria y política, el sen- timiento y la inteligencia de cuantos en la actualidad compren- den que es llegada la. hora de empezar en América « trabajar por ese alto ideal de redención femenina, — era preciso eclar las bases de una gran publicación de propiedad. colectiva, vale decir, con cimientos tan sólidos y programa dinámico tan am- plio, que fuera capaz de resistir a la acción disolvente del tiem- po, de una débil dirección particular y de las encontradas ten- dencias doctrinarias, que la llevarían, de otro modo, económica- mente, a embanderarla en alguna de ellas, contra el pronésito y la conveniencia de conservarla, por encima de todo interés social transitorio, al servicio de las superiores y permanentes necesidades, que suman a todas las mujeres bajo la noble adwo- cación del Ideal común de su igualdad.

Inicié, por fin, el estudio decidido del asunto, desde sus imúl- tiples aspectos.



Visitó los diversos Centros y Sociedades existentes en esta capital; consulté el interés que a este respecto mostraban sus Juntas Directivas; me informé de la historia del periodis- mo femenino, desde sus orígenes, y las causas que habían con- currido a producir sus fracasos sucesivos desde el punto de vista de la corta duración que habían alcanzado cada una de las hojas que existieron; y previstos así los escollos, doctrina- rios y económicos, principalmente, que era preciso evitar para no caer en la repetición, una vez más, de aquellos fracasos, comprendí la necesidad de tomar el camino más seguro, si bicn más largo y fatigoso, que habría de conducir a la más feliz rea- lización de este vasto pensamiento, com vistas a lo infinito de

la obra que dejaría, que dejo iniciada hoy en su primer as- pecto.

Y como antecedente de todu acción en ese sentido, ¿qué más oportuno, qué más indispensable, — me dije también — que consultar las opiniones de un núcleo de hombres y mujeres más

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