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DERECHOS CIVILES FEMENINOS

En nuestro país no puede hablarse aún, seriamente, de la emancipación política de la mujer, es decir, de abolir la imca- pasidad que pesa sobre élla, para que haga sentir, en el voto, lí fuerza de su pensamiento, si lo tiene.

Nuestra vida intelectual femenina es todavía lerda; si ais- ladamente. algunas mujeres se han destacado en el pensamien- to, la gran mayoría, sobre todo en las provincias, permanece viviendo espiritualmente una vida colonial, aunque económica- mente sea un factor útil.

Verdad es que los hombres no van mucho más lejos en lo que a la vida intelectual respecta.

Probado está que el hombre, en nuestro país, vota por la agru- pación de su simpatía, con un fin inmediato de mejoras eco- nómicas, ya sea por medio del favor oficial o de la paulati- na transforinación de las leyes que a la vida cconómica impor- tan.

Pero, por lo menos, la población votante ensaya su concien- cia y se va aleccionando, mientras las nuevas generaciones pro- meten entrar a la vida política con otra capacidad intelectual : tal es, por lo menos, nuestra esperanza.

Dar hoy el voto a la mujer, sería agregar la completa intspe- riencia a la rutina estulta, sería sumar ineptos a ineptos.

¿Quién lo arriesga? ¿Es que no hay quién tenga ya piedad del país? ¿Alcanzaría el solo sentido moral de la mujer para aportar un beneficio colectivo? ¿Quién la alecciona en el en- gaño?

Y luego ¿cómo ha de dársele voto a la mujer, cuando está afectada por incapacidades relativas, que, según las palabras de la ley, la inhabilitan para ser testigo en los instrumentos pú- blicos y testamentos, para administrar sus bienes, si es casada, para ser tutora de sus hermanos menores o sobrinos, para ejer- ecr algunas profesiones especiales, como escribano público, por ejemplo, o corredora de comercio ?

Importa, antes que todo, que la ley vuelva sobre sus pasos y borre estas incapacidades, muy lógicas en otros tiempos, cuan- do la vida económica era otra, cuando los principios idevlógi- eos eran otros, cuando las mujeres tenían vergúenza de saber

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