LA MUJER
Esto es un resabio del Cristianismo mistificado; vienen estas cosas desde muy lejos; están metidas pobremente en nnestrss conciencias. Y mirando hondaimente, esto una de las cosas más nauscabundas del momento actual de nuestra vida.
Y las mujeres somos las verdaderas responsables de ello: es nuestra hipocresía la que nos destruye, la que destruye a nues- tra compañera; es la falsedad entre lo que somos y lo que apa- ventamos; es la cobardía femenina que no ha aprendido a gri- tar la verdad por sobre los tejados.
Y el hombre aprovecha hábilmente esta cobardía .'
Contra esta cobardía y contra esta crueldad va este proyecto : la mujer puede reclamar contra el padre de su hijo; exigirle una pensión para cducarlo, obligarle a sufragar gastos de ca- fermedad.
Y por le menos la única sacrificada será ella; que el niño podrá librarse del hospicio, de la caridad pública, cuando no de una muerte prematura.
También el doctor Rogelio Araya ha presentado a la Cámara de diputados otros proyectos sobre derechos civiles y políticos úe la mujer.
Esto y el movimiento de la opinión en favor de una «unplia dignificación femenina (este movimiento, justo es decirlo, per- ianece hasta ahora dentro de los círculos intelectuales), hace creer en que, civilmente, la mujer ha de emanciparse en breve en nuestro país.
Son 714.000 las mujeres que trabajan en la República!
Todas estas mujeres capacitadas para ganarse la vida, y que representan una fuerza considerable, merecen, cuando menos, la inteligencia de los legisladores.
Han de votar, además, las mujeres, en casi toda Europa, y en media América, Lo que se concedería a las mujeres nuestras, es algo insignificante, comparado con los privilegios de que hoy disfrutan en easi todo el mundo civilizado.
Alfonsina Storni.
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