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LA MUJER

(Contestación expresa)

Las razones y los argumentos de los que sostienen la necesi- dad de la emancipación civil y política de la mujer, han sido di- chas todas y repetidas infinitas veces. Mas esto no es motivo para que una vez más no se afirmen, pues la naturaleza nos ofrece infinitos ejemplos de fuerzas que vencen por la constan- cia de sn repetición.

Oponerse a esa emancipación, escudándose tras el argumento de la inferioridad de la mujer, es hoy imposible, cuando se la ve invadiendo lenta pero seguramente, todas las esferas de la actividad humana, cuando se le ha visto en los países en gue- rra, substituir al hembre con eficacia en incontables oficios y nrofosi

Oponerse a ella por el deseo de mantener cerrado el hogar, es insostenible, por cuanto lo que lo abre es la fuerza de la vida moderna; lo que lleya la mujer a la escuela, al taller, al empleo, es la necesidad económica que no es vencida por nin- gún argumento teórico ni sentimental, porque el hogar se transforma como todos los aspectos de la vida humana y social y su ideal no está en el pasado, cuando en él dominaba la volun- tad brutal y absoluta del uno, socavada por la sumisión de la otra, sino en el porvenir que encierra la unión basada sobre el respeto y la estimación mutua libremente consentida o deshecha.

Oponerse a la emancipación de la mujer por el temor de las consecuencias sociales, es ignorar los resultados obtenidos por países que desde hace largos años han alcanzado ese nivel de progreso, es ignorar que la intervención activa y directa de la mujer ha significado mejoramiento de la legislación social, pro- tección más acertada de la joven, de la mujer, del niño, legis- lación más humana del trabajo, lucha contra el juego, la pros- titución, el abandono moral de los actos electorales y de la vida política general.

Esto es lo que debe difundirse para vencer las resistencias; estos hechos que valen infinitamente más que las declamaciones sentimentales inspiradas en la tradición, y lejos de seguir so- fñando con la mujer ignorante, superficial y frívola, con todos los defectos de los seres sumisos, que esta experiencia social ha- ga compréndor la belleza de la mujer de espíritu libre, de per-


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