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ENEIDA.


IX.

Que Enéas, sabio capitan, el dia
Que partió, de apariencias lisonjeras
No fiarse jamás mandado habia,
Ni salidas hacer: que las trincheras
Guardasen, dijo, con tenaz porfía.
Sus puestos á ocupar corren ligeras
Las armadas legiones; y es en vano
Que ira en contra y pudor se den la mano;

X.

En vano, que encendida en ellos arda
La muchedumbre por lanzarse: cuida
De obedecer primero, y densa aguarda
Y firme en huecas torres la avenida.
Turno, en tanto, á su hueste en pasos tarda,
Adelántase audaz, suelta la brida,
Con veinte caballeros de alta cuenta,
E improviso ante el muro se presenta.

XI.

Sobre un corcel de Tracia lozanea
Que blancas manchas luce; cresta roja
Sobre el dorado morrion ondea.
«¿Quién de vosotros, á mi ejemplo, enoja
Con fiero reto á los contrarios? ¡Ea!»
Dice, y blandiendo un dardo, alto le arroja,
Nuncio marcial, y el potro que sofrena
Con garbosa altivez lanza á la arena.