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VIRGILIO.


CXLIV.

Y, siguiendo á sus jefes los soldados,
Ya espaldas vuelven los que atras venian;
Mas cobra la ira hostil mayores grados,
Y otra vez atacar tal vez porfían.
Por su parte los Teucros, agolpados
Hácia aquel punto, más y más confían;
Y salen, y alejados de la puerta,
Persiguen al contrario en liza abierta.

CXLV.

El rey Turno que, en otra parte, insano
El espanto y la muerte á muchos lleva,
Oye que encarnizándose el Troyano
A abrir sus puertas orgulloso prueba;
Del asalto emprendido alzando mano,
Con ira que sus ímpetus renueva
Acude, acorre á la patente entrada
Por gemelos gigantes custodiada.

CXLVI.

Y á Antífate ante todos, que gallardo
Ante todos tambien la planta mueve
(Del alto Sarpedon hijo bastardo
Que le nació de una mujer de Tebe),
De itálico cerezo arroja un dardo
Que en su garganta, hendiendo el aura leve,
Va á hundirse: ancha la herida brota un rio,
Y arde, hincado al pulmon, el hierro impío.