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ENEIDA.


LXIX.

Así el Rútulo impele sus caballos
Todos cubiertos de sudor que humea;
Y á hombres sin fin, despues de derriballos,
Con ímpetu furial en la pelea,
Concúlcalos cruel: los duros callos
Sangre desparcen que la crin gotea,
Y en ruidoso tropel, por donde pasan,
Con sangre el polvo de la lid amasan.

LXX.

Rindió de cerca á Folo y á Tamiro,
A Esténelo dió muerte, aunque lejano;
Tambien á Glauco de distante tiro
Mata, y á Lade al par, de Glauco hermano:
Formó á estos dos para la lid, ya en giro
De carro volador, ya mano á mano
En el palenque; con igual pericia,
Su padre Imbraso en la materna Licia.

LXXI.

Mézclase en otra parte en la porfía
Eumédes, prole de Dolon, preclara
En guerra: el nombre del abuelo habia
Tomado; en alma y brazos se equipara
Al padre—aquél que ya, como de espía
Al campo griego á entrar se aventurara,
Los caballos del hijo de Peleo
Pidió en premio; otro dióle el de Tideo!