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ENEIDA.
III.

»¿Qué brío á su alma y brazo no acompaña?
¡Cuál se pinta en su frente su destino!
Yo, si mis ojos la ilusion no engaña,
Que desciende de Dioses adivino;
Pues torpe miedo que el semblante empaña,
Siempre delata al corazon mezquino;
Y él, tras tanto conflicto y prueba tanta,
¡Qué de combates concluidos canta!

IV.

»Eterno, irrevocable es mi desvío
De un nuevo enlace al criminal deseo;
Que mi esperanza en flor y el amor mio
Yacen con las cenizas de Siqueo.
Mas si á mis ojos sin fulgor sombrío
Pudiese arder la antorcha de Himeneo,
Sólo de este héroe la gentil presencia
Capaz fuera á vencer mi resistencia.

V.

»Confesártelo quiero: desde el dia
Que el doméstico altar fué enrojecido
Por la venganza del hermano impía
Con la inocente sangre del marido,
Sólo aqueste extranjero á simpatía
Ha logrado moverme, y su latido
Volver al corazon, que ya se inflama;
El calor siento de la extinta llama.