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ENEIDA.
CXXXV.

»Vé, y cumple sin temblar las prevenciones
Que anciano consultor te hace sinceras:
Flor de mancebos, recios corazones
Llevar debes de Italia á las riberas:
Allí con tus valientes campeones
Gentes has de postrar duras, guerreras.
Mas ántes avendrá que te regales
Bajando á las moradas infernales.

CXXXVI.

»Harás, en pos de mí yendo, hijo mio,
Cruzando el hondo Averno, oficio grato
Que yo no habito el Tártaro sombrío,
Mas los campos Elíseos moro y trato,
Deliciosa comarca, gremio pio:
Una maga de púdico recato,
Si hartas víctimas negras inmolares,
Te llevará á los místicos lugares.

CXXXVII.

»Y la prole y ciudad que te destina
Fortuna, entónces mirarás presente.
Mas ahora, adios: la Noche ya declina
Y con soplos me acosa el Orïente
De sus potros fogosos, que avecina.»
Así hablaba la sombra, y de repente
Húrtase al hijo y á su amante empeño
Cual humo vano ó fábrica de un sueño.