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VIRGILIO.
CXLIV.

Cuantos han de quedarse, en sus fatigas
Parte al troyano Rey piden ahora:
El con palabras los consuela amigas,
Hijos á Acéstes los entrega, y llora.
Manda á las Tempestades enemigas
Matar una cordera; á Érice adora;
Tres becerros tambien manda le maten,
Y que en órden los cables se desaten.

CXLV.

Yérguese él en la prora, coronado
De hojas menudas de sagrada oliva:
Un vaso empuña, al piélago salado
Intestinos arroja, y néctar liba.
En popa aura terral hiere de grado
Alejando las naves de la riba;
Bogan el remo, y al batir contino
Cubren de espuma el líquido camino.

CXLVI.

No halla en tanto á su afan Vénus sosiego;
Vuela á Neptuno, y «El que Juno abriga
Odio irreconciliable,» gime, «al ruego,
Neptuno ilustre, á descender me obliga;
Que no su ira cruel, su rencor ciego
Amansan años ni piedad mitiga,
Ni lo que ordena el hado ó Jove manda
Su indómita ambicion quiebra ni ablanda.