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ENEIDA.
CXX.

Recobrada, expresó razones tales:
«¡Oh! ¿qué impía mano perseguirte osa
Al traves de contrarios temporales?
¿Quién, ilustre mortal, hijo de Diosa,
Á estas playas te impele inhospitales?
¿No eres tú á quien de Anquíses Cipria hermosa,
Del frigio Símois en el valle ameno,
Concibió grata en su amoroso seno?

CXXI.

»Recuerdo á Teucro, que en Sidon venido,
Trocaba con destierro el patrio clima,
Ya de mi padre Belo protegido,
Que imperaba triunfante en Chipre opima.
Troya y Grecia de entónces en mi oido
Sonaron con tu nombre. En alta estima
El tenía á los tuyos, si contrario,
Y áun de Troya alabóse originario.

CXXII.

»¡Mas venid luégo á mi real morada,
Mancebos! Cual vosotros combatida
De ruda suerte y vária, al fin cansada,
Donde agora os la doy, logré acogida
De mis propias desgracias enseñada
Miro por los que sufren condolida.»
Dice; y honrando á la Piedad divina,
Con el héroe á palacio se encamina.