Éste, por su parte, no desperdiciaba recurso ninguno para traerlos á la obediencia pacíficamente.
Los fugitivos entonces, que se habian guarecido en las montañas vecinas, donde habian estado á la capa sufriendo las zozobras del temor, recelosamente, comenzaron á salir de sus escondrijos.
Sandoval marchaba con cierta reserva, y no sin desconfiar y tener por grave indicio aquella emigracion súbita de poblaciones enteras; pero á vista de la sumision de los primeros caciques que con él se entendieron, fué ya menos suspicaz y se mostró con la noble franqueza de su carácter.
Gonzalo les habló con la rudeza de un soldado. Reprocholes su conducta; y les amenazó con un terriblé castigo en caso de reincidencia; mas no pasó de ahí. Ordenó en seguida á los gefes de las poblaciones, que volvieran á sus hogares, y que no te-