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de orizaba

bres, contempla el viajero desde las eminencias de las revueltas del camino tajado en la montaña, y la ve dilatarse en la hermosa cañada que llega hasta la ciudad de Orizaba.

"Atribuyese á los paisages de las montañas —decia un ilustre poéta— cierta sublimidad; y no debe dudarse que esta consista en la grandeza de los objetos". Esas palabras escritas á la vista del Mont-Blanc, esplican las estrañas ó indefinibles emociones que se sienten en Aculcingo á la vista de los horizontes y lugares que desde allí se observan.

Al descender de las cumbres, la vista del viagero no cesa un mommento de admirar la inmensa variedad de paisages que tiene delante: verdad es que al llegar á Aculcingo, y encaminarse á Orizaba, los horizontes son menos profundos: la mirada no puede ir mas allá de las montañas situadas en el primer término del paisage; pero enton-