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de orizaba.

usar de los trages comunes, y vestía la túnica sacerdotal: fué de carácter tan blando, que nunca pudo oír hablar de la guerra sin horrorizarse de ella.

En tanto que existió, el maíz abundaba y crecia de tal manera, que una mazorca bastaba para cargar á un hombre: las calabazas eran de un tamaño enorme, y el algodon nacia ostentando todos los colores conocidos. La naturaleza, en fin, con la prodigalidad de sus dones, celebraba la presencia del profeta: ni faltaron tampco aves de ricos plumages, ni las que con las melodías de sus cantares, aun en las claras horas del dia, alegran hoy las tristezas del caminante en algunas regiones sólitarías de México.

La fuerza de una voluntad superior arrancó á Quetzalcoatl del reino de Tula: el profeta aspiraba á la inmortalidad, y una bebida misteriosa que le ofreció Tezcatlipoca, envidioso de sus prosperidades, le avivó