El título solo de este opúsculo bastaria á indicar su importancia, si acaso el ensayo sobre el hombre no fuese tan conocido y recomendado por su antigua celebridad y por el nombre mismo de su autor.—¡Pope , escribiendo del hombre!—Nunca un objeto mas grande exitó la fantasia de un cantor mas filósofo , ni mas sublime.
Si Pope no fué el primero que empezó á desembarazar la metafisica de las pueriles sutilezas y de las ininteligibles abstracciones, que de siglos atras la afeaban y segregaban del trato humano, á lo ménos ántes de él nadie osó presentar esta ciencia con la honesta desnudez de la verdad, nadie ceñirla de las alegres flores de la poesía.
La moral, que á manera de la fisica, acababa tambien de sacudirse de su materia sutil, y despejarse de sus cielos y de sus turbillones, no le es ménos deudora de sus progresos; ya por la simplicidad con que desenvuelve sus principios fundamentales—ya por las ideas sublimes que dá de Dios como criador del mundo , y del hombre como criatura suya, la mas excelente de todas, á la cual están subordinadas las demas , y con quienes concurre al grande fin de la creacion—