Vieras de un arador, mas no gozaras
Del grandioso espectáculo del cielo.
Si mas fino tu olfato y tacto fuera,
El choque mas ligero , las dulce
Impresion de una flor te causaria
El dolor , ó la muerte: un trueno horrible
Fuera cada rumor: siempre aturdido
Del armónico son de las esferas
Sintieras no escuchar la melodiosa
Queja del ruiseñor, del vago viento
El grato susurrar entre las ramas,
Y el tono adulador, del arroyuelo.
Adora, pues, la gran sabiduria
Del muy Alto en los dones que te ha dado;
Y en lo que niega, su bondad adora.
¡Por la inmensa creacion, cual vá la escala
De inercia, vida, instinto, pensamiento
En insensible gradacion subiendo
Desde la humilde raza del insecto
A la estirpe del hombre soberana!
¡Qué modificaciones de sentidos!
¡Qué grados intermedios desdé el topo
A quien odiosa piel la luz le niega,
Al lince perspicaz!... ¡De la leona,
Que al ruido de su presa por la noche
Ciega se lanza, al perro cuyo olfato
Discurriendo le lleva por un rastro
Imperceptible, al mas remoto objeto!
¡Cuál el oido; cual la voz creciendo
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