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so. Aunque lo uno y lo otro traspasan sus límites alternativamente, asi como vemos muchas veces bien degradado el claro-obscuro en algunos cuadros muy concluidos, la diferencia es tan imperceptible, que se duda donde acaba la virtud, y donde comienza el vicio.

¡Qué locos los que infieran de aquí que no hay vicio ó virtud en cosa alguna! Si dos masas de color blanco y negro se mezclan, revuelven y confunden de mil maneras, ¿dejarán de ser blanco y negro? Preguntárselo á vuestro propio corazón, y nada hallareis mas evidente. El encubrirlo y taparlo haciendo pasar lo uno por lo otro es lo que cuesta tiempo y trabajo.

Es el vicio un monstruo de aspecto tan horrible, que para ser aborrecido no es necesario mas que verle. Con todo si le vemos muy á menudo nos familiarizamos con su feo rostro. A lo primero apenas le aguantamos, después le compadecemos, y por último le abrazamos. Mas nadie está acorde todavía acerca de cual es el extremo del vicio. ¿Pregunta uno donde está el norte? En el condado de Yorck estará en el Tweed; en Escocia en las islas Orcades; y en otra parte estará en Groenlandia, en la Zembla, ú otro cualquier