mismo amigo. El cielo que inspiró en todos los seres del universo una alma comun, les dio una felicidad comun. Si la fortuna repartiese igualmente sus favores, y todos fuésemos iguales, ¿no estaríamos en perpetua contienda? Asi, pues que Dios ha hecho una felicidad para todos lós hombres, no podia haberla colocado en la posesion de los bienes exteriores.
La fortuna puede disponer de sus dones de mil maneras; y segun la diversidad de su distribucion, llamamos á los unos dichosos y á los otros desdichados; pero la igualdad de la fiel balanza de los cielos se deja ver patentemente en la esperanza que dio á unos y el temor que infundió á otros. No son solo el bien ó el mal presentes los que causan nuestra alegría ó afliccion, sino el presentimiento de un porvenir acaso mejor ó acaso peor.
¡Hijos de la tierra! ¿Queréis otra vez subir hasta el cielo amontonando montañas unas sobre otras? El cielo se burlará de vuestro vano empeño sepultándoos bajo las masas enormes que levantó vuestra locura.
Sabed que, todos los bienes de que pueden disfrutar los individuos, que todos los que Dios y la naturaleza han destinado para el hombre, que todos los goces y placeres asi de la razon como de los sentí-