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Ocupados los viejos tercios españoles en las guerras de Flandes, Italia y Alemania, para el sostenimiento de las cuales no eran todavía bastantes por sí solas y necesitaban de la ayuda de tropas valonas y tudescas, y emigrados al Nuevo Mundo los mozos de mayores arrestos y de más recio temple de alma, vióse el Gobierno español obligado á improvisar huestes de soldados bisónos, ayunos de la adecuada instrucción militar y provistos de deficiente armamento, ya que la industria de las armas estaba, como todas las demás industrias, en visible decadencia en España á mediados del siglo XVII. Ni fué tampoco problema menos arduo el de la elección de idóneos generales, porque alejados de la Península los más hábiles, con mandos en los Países Bajos y en Milán, y decidido á los comienzos de la insurrección Olivares á no emplear caudillos extranjeros para castigar á españoles, pues como tales consideraba á los lusitanos, se confió durante los largos años