Indudablemente aquellos trabajos eran por demás someros y no me propuse otro fin al escribirlos que popularizar en la América Española, donde tenían su público adecuado las Revistas á que los dedicaba, figuras preeminentes de la política europea y de la fecunda literatura castellana de nuestra Edad de Oro.
Releídos los mencionados artículos al cabo de algunos años, me parecieron menos mal de lo que yo temía y, acaso llevado por el amor de padre que ciega muchas veces, sentí la tentación de coleccionarlos en un tomo, si bien modificando ciertas opiniones que sustentaba cuando los compuse y que posteriores estudios y reflexiones me han obligado á atenuar en unos casos y á fortalecer en otros con nuevos raciocinios.
Había ya corregido todos los opúsculos á que vengo refiriéndome, cuando creí necesario todavía proceder á seleccionarlos con más severo espíritu de crítica, arrojando al cesto