de decirse que ni siquiera se había presentido aún, en los tiempos de Felipe III.
A poco que paremos mientes sobre las graves dificultades que entonces ofrecían los trabajos de investigación histórica, tan penosos en nuestra misma época, nos veremos obligados á admirar en la tan discutida Historia de Mariana un estudio y preparación preliminares no advertidos á primera vista y que bastan por sí solos para tributar aplausos entusiastas á aquella narración reposada y metódica en la que hasta las fantásticas lindezas y las arengas y discursos apócrifos que los personajes pronuncian, si hacen perder en algunos momentos el hilo del relato, no anublan jamás la majestad de la Historia y la dignifican con sentencias graves, levantados pensamientos y originalísimos comentarios.
Inútil sería buscar en las páginas del libro inmortal que venimos analizando someramente, la riqueza de datos y la exégesis de los sucesos que avaloran los trabajos históricos