palpitante, volver los ojos á las que consideramos más adelantadas y florecientes, y ya que tenemos el mal gusto de copiar de ellas lo que es antagónico á nuestras tradiciones, imitarlas también en aquello que las sanciona y afirma.
Tomaré el ejemplo de Suecia, país famoso por su sólida organización social y por su tolerancia famosa, país del que me autoriza á hablar una residencia de más de dos años en Stockolmo. Suecia es un país próspero, un país cuyo régimen constitucional se remonta á los albores de la Edad Moderna, con algunos breves intervalos como el Reinado de Carlos XII y de Gustavo III, país que fué paladín del principio de libre examen preconizado por Lutero, país, en fin, cuya Dieta rechaza de continuo con energía los proyectos de la Corona; pues bien, en ese libre país se declara la Religión luterana como Religión del Estado, se presta apoyo oficial y pecuniario al Clero, se confían en una ley de Instrucción Primaria, que es la más perfecta de Europa, las