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Página:Ensayosdecritica00zayauoft.djvu/237

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como quien da palos de ciego, intentaron muchas veces inocular en la generosa sangre española, la savia corrompida de la Enciclopedia y de Jansenio.

El hombre del Norte profesa religiosamente el principio de la división del trabajo. Amante de la tradición en la esfera civil como lo es en la esfera política el estadista que le gobierna, no sueña por lo común con abandonar la profesión ó el oficio que dio de comer á sus padres y acepta ávido la cultura que el Estado le proporciona, no para salir de su clase, no para subir en jerarquía social, sino para sobresalir entre los de su gremio, utilizando la adquirida instrucción en perfeccionar y enriquecer el taller heredado y en contribuir con su personal esfuerzo desde el puesto donde plugo á Dios colocarle, á la riqueza y á la prosperidad de la patria.

En cambio el hombre del Mediodía sueña siempre con hacer papel y con trabajar lo menos posible; apenas sabe leer, escribir y