tanto la Religión del Estado. Esta Religión debe tener sus Ministros y estos Ministros constituyen el Clero secular que con gran moderación y economía mantiene el Estado español.
No he de acabar este primer punto de mi discurso sin recoger algunas frases que he sorprendido en la Memoria del Sr. Elorrieta, acerca de las relaciones de la Iglesia con el Estado norteamericano. Cítanos el Sr. Elorrieta la República de los Estados Unidos como el modelo que debemos imitar para la resolución de tan arduo problema. En respuesta á sus afirmaciones me limitaré á decir que si no considero pertinenente la ciega imitación de ejemplos dados por naciones cuya constitución social se ha verificado paralelamente á la nuestra, aunque no fuese más que por la diversidad de tradiciones, costumbres y carácter, menos admisible me ha de parecer la copia de otra nación que carece de tradición en absoluto y que aunque iniciada por un núcleo