nuestras impresiones y en nuestros actos tienen las potencias del alma y los sentidos del cuerpo.
Censuraba el Sr. Elorrieta al Clero por haber olvidado aquella frase del Salvador: «Mi reino no es de este mundo» y pregunto yo al Sr. Elorrieta: ¿Por ventura esa máxima reza no más con el Clero? ¿En virtud de qué principio de justicia negáis al Clero el derecho á desear lo que codiciáis vosotros?
Además, ¿por qué aventuráis la presunción temeraria de que el Clero ambiciona las riquezas para satisfacer vitandos apetitos? ¿No sería más caritativo y sobre todo más lógico, suponer que el Clero solicita actualmente los medios pecuniarios, por la misma razón que en la Edad Media le impulsaba á construir inexpugnables fortalezas y á buir y aprestar las armas de combate?
En la época de las Cruzadas los Monjes se mezclaban á los armados caballeros y con las puntas de las lanzas rechazaban los ataques