permitía á los ciudadanos asociarse para fin alguno, las ideas de Regalismo resultan anticuadas y tiránicas ahora, sobre todo cuando se acentúan y extreman en la medida en que lo hacen los partidos avanzados.
Aunque las ideas de Regalismo pugnan el con el dogma católico y significarán siempre una intromisión de los poderes temporales en la jurisdicción espiritual del Pastor Supremo de nuestra Santa Madre la Iglesia, sustentadas por un Monarca absoluto no significan una contradicción de las doctrinas por dicho Monarca aplicadas á la gobernación de su Reino; pero esas mismas ideas que llegan á no admitir la formación de Asociaciones religiosas, no pueden ser seriamente sostenidas por un Estado que permite congregarse y laborar públicamente á los enemigos de las Instituciones.
Hay un período álgido del Regalismo en el Reinado de Carlos III, cuando ya el funesto Pacto de Familia echó por la ventana el risueño porvenir económico que