demarcar las fronteras de las clases sociales de modo tan preciso que puedan estas fronteras servir de cordón sanitario capaz de impedir el contagio de las costumbres licenciosas.
El engreimiento innato de todo español, causa principal de nuestro atraso á partir del siglo XVIII, impulsa á todos esos cursis, siempre con humos de hidalgos, á sentar plaza de elegantes, á imitar las costumbres y á adoptar el tono y la postura importados de París por los aristócratas adinerados; pero esa imitación no se limita á la indumentaria, al modo de saluar y al prurito de destrozar la lengua materna, sino que lleva también á las costumbres la lenidad rayana en desvergüenza que juzga el Sr. Antón del Olmet privativa de la más selecta aristocracia. Lo que sucede es que el Sr. Antón no se fija más que en lo que piensan, sienten y hacen los individuos colocados en las cimas de la holganza y sólo le preocupan, desalientan ó indignan los pensamientos,