buscar el vigor de las extremidades á expensas de la energía del cerebro, sin que la frivolidad de tan ociosa gente, así incapaz de grandes heroísmos como de grandes infamias, impida el desarrollo y la prosperidad de los pueblos dóciles y bien gobernados.
No más exacta es la impresión de agotamiento de viriles energías que pretende sugerirnos el Sr. Antón del Olmet en algunos pasajes de su obra, en los cuales, no contento con apuntar indicios de flaquezas vergonzosas, se complace en extender la mancha con delectación parecida á aquella con que subraya las miserias del linaje humano el naturalismo de Zola.
El Sr. Antón del Olmet deduce reglas generales, no de la repetición sino de la singularidad de los casos, y tan peregrino sistema dialéctico le lleva muchas veces por extraviados caminos.
Es uno de estos caminos el que emprende al atacar á la Compañía de Jesús con motivo