les ofrece encerrándose en una irónica ó resignada misantropía, les permite aceptar todos los goces de la existencia con una ilusión candorosa en la práctica y que en el terreno especulativo reviste las formas del más cínico desdén.
Las modas en el traje que allá por los siglos en que se vivía más despacio duraban todo el reinado de un Príncipe ó al menos una década, se renuevan cada año en la presente centuria, porque la mayor velocidad de los medios de comunicación entre los pueblos y entre los pensamientos de tos hombres acelera los días de la existencia y presenta hoy con la rigidez hierática de la decrepitud, lo que ayer aparentaba la lozanía de un rosal en primavera. Así sucede en el arte y acaso en la literaria más que en otra alguna. El hombre hastiado por el abuso de los placeres, busca nuevos goces en la depravación de los apetitos, no encuentra más que en lo insólito distracción y deleite y, tanto en la esfera social y en el terreno