ya á usar y á abusar del vocativo y á dislocar arbitrariamente la sintaxis; y seducidos por el brillo falaz de tales atrevimientos, intentan aplicar método parecido en la lengua castellana. A mi juicio se equivocan al adoptar tal sistema, porque olvidan que la mayor amplitud é intensidad fonéticas de los vocablos castellanos destruyen el efecto frívolo, indeciso, retozón, que ellos pretenden producir por virtud de peregrino estilo telegráfico.
Obsérvase también en la novísima pléyade cierta propensión á tratar los asuntos poéticos sugeridos por la Historia y por las costumbres de nuestra patria, á través de los prejuicios que acerca de éstas y de aquélla han divulgado en superficiales libros los escritores de más allá del Pirineo. Parece como si los poetas se hubieran complacido en documentarse en archivos extranjeros para pintar cuadros españoles, afectando al ejecutar su labor un cansancio, una desilusión y un escepticismo á todas luces exóticos. Se pudiera decir que son los