inadvertido el talento del joven italiano para el del Cardenal francés; lo sutil de su ingenio, lo claro de su juicio y lo penetrante de su previsión seducen al ministro de Luis XIII; con su rapidez acostumbrada columbra Richelieu en el servidor del Legado Pontificio un digno continuador de su obra inmortal, y antes de morir obtiene de la Santa Sede para Mazarino el Capelo. En la escuela de Richelieu templa su alma algo débil el nuevo Purpurado; en punto á sutileza y astucia nada le resta que aprender; son su patrimonio único; es italiano y no desmiente la raza. A su protector, no obstante, debe Mazarino lecciones provechosas y si jamás pudo igualarle en lo magnífico, aprendió de él á seguir con firmeza el logro de las empresas políticas y de las ambiciones privadas.
Muerto Richelieu, nombra al día siguiente Luis XIII Primer Ministro al Cardenal italiano. Golpe terrible recibe la Nobleza al conocer el Decreto. Esperaba impaciente la muerte del