prestigios de su prosapia. Sus personales encantos atraen al bando rebelde á hombres tan atrevidos como el Conde de Chaláis, amante de la Chevreuse, y tan ilustres como el Duque de La Rochefoucauld y como el Príncipe de Condé, amante el primero y hermano el segundo de la pérfida Longueville. Impetuosa, colérica, chispeante la descendiente de los Rohan; caprichosa, impresionable, sutil la nieta de Enrique IV; indolente, sentimental, efusiva la hermana del vencedor de Friburgo, coinciden las tres en sus sentimientos de odio á Mazarino; pero jamás concuerdan en los medios de derrocarlo ni son capaces de sacrificar la vanidad femenil en aras del triunfo de la causa común.
Instrumentos de tan traviesas damas aparecen ya Beaufort y Condé, los dos de regia cuna; ya La Rochefoucauld y Turena, ambos de ilustre familia. El Duque de Beaufort, nieto bastardo del gran Rey Enrique, tan ignorante como osado y tan simpático al vulgo como