Página:Entre dos tias y un tio.djvu/16

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
—12—

de una cabeza que no había conocido más agua que la del bautismo. Sus gustos, levantar el codo con frecuencia, cantar coplas populares, buscar noticias y trasmitirlas á otros curiosos, y fumar peralillos de pie en las esquinas ó sentado en el umbral de una tienda. Su profesión, 000. Pero aunque algo secarrón, era comedido, se santiguaba cuando oía un falso testimonio, y siempre estaba dispuesto á servir á sus primas, sobre todo á doña Tecla, en cuya casa vivía y á cuya mesa sacaba la tripa de mal año.

Antonio, huérfano como Juanita, era un joven de simpática figura, honrado y laborioso, condiciones que á los ojos de doña Tecla y de muchísimas doñas Teclas, nada valían, porque sobre tales buenas prendas prevalecía la pobreza. Ésta para ciertas clases sociales es casi un crimen, y la riqueza, aunque tenga cimiento de crimen, es virtud. Y lo peor es que tal trocatinta del mundo no tiene tranzas de acabarse jamás; por eso vemos nosotros, como lo vieron nuestros tatarabuelos, tanta y tanta gente que pasa hollando la virtud para buscar tesoros y llegar á ser.... virtuosos, y merecer el aprecio y las consideraciones de la sociedad.

Antonio se ocupaba en las labores de un huerto que había arrendado á una legua de Ambato, río abajo y en su margen izquierda. Siempre había gustado del trabajo y de una economía, entendída y prudentemente practicada; pero redobló su actividad desde que se enamoró de Juanita con el honrado propósito de hacerla su esposa. Cuándo comenzó su amor y de qué manera, no lo sé; lo que llegó á mi noticia fué, que Juanita le correspondía; que en ambos la pasión era ardiente; que Antonio había dado á conocer de modo bastante claro á doña Tecla su deseo de casarse con la joven; que doña Tecla se le mostró adversa y puso el mayor cuidado en evitar que los enamorados se viesen y hablasen á solas. ¡Qué necedad la de la vieja! como si el amor no hablara con los ojos, con la sonrisa, con disimuladas señas; como si no supiera hacer volar misteriosamente papelitos que van á dar á manos de la dama ó del galán; como si no supiese saltar murallas ó abrir en puertas y ventanas resquicios por donde meter la mano ó hacer pasar palabras y frases como balas candentes ó como ráfagas eléctricas, mientras duermen ó se distraen los centinelas y los cancerveros. En punto á estrategia y estratagemas, el amor puede poner cátedra para los capitanes más científicos y experimentados del mundo.

Juanita se pasaba en Quito vida tristísima. Doña Marta le tenía vivo cariño; pero no la desamparaba ni un solo momento, expiaba todos sus movimientos, interpretaba todas sus palabras, seguía la dirección de todas sus miradas; era su sombra: si iba doña Marta a la iglesia, á Juanita había de llevar; si á una visita, con ella; si á paseo, con ella; si la joven se asomaba al balcón, tras ella la bendita tía. Conque vean UU. si la desdichada huérfana era para envidiada.