Rawson, entonces, alzándose sobre las pasiones políticas del momento, expresó elocuentes ideas de simpatía y de atracción del elemento extranjero, pidiendo que él fuese llamado á tomar una participación, activa pero moderadora, en nuestras luchas políticas; idea que posteriormente ha sido preconizada por hombres eminentes del país.
La situación política fundada en el Paraná, se derrumbó, como se sabe, después de la batalla de Pavón, librada entre fuerzas de Buenos Aires y fuerzas de la Confederación, el día 17 de setiembre de 1861; y Rawson, que no concebía la unión nacional sin la reincorporación de esta provincia, se apresuró á establecerse en Buenos Aires, á cuya ciudad llamó, en un momento solemne, en un brindis pronunciado en el Paraná, el cerebro y el corazón de la República.
Los partidos políticos en que estaba dividida la opinión de esta provincia, que conocían las relevantes condiciones intelectuales de Rawson, y, sobre todo, la decidida simpatía con que siempre la había mirado, ofrecieron á Rawson un asiento en la cámara de senadores de la legislatura, asiento que él aceptó y en cuyo puesto tuvo ocasión de prestar nuevos señalados servicios á la causa nacional y al fomento de los intereses morales y materiales de esa sección tan importante de la República.
Entre los discursos pronunciados por Rawson en el senado de Buenos Aires, merece citarse como el más importante el motivado por la discusión del proyecto que autorizaba al poder ejecutivo de la provincia para invitar á los pueblos de la República á reunirse en congreso, de acuerdo con la constitución nacional reformada. En el curso de la discusión de este proyecto, algunos senadores, llevando