la República, fué una de las grandes preocupaciones del ministro Rawson. A este efecto, decía con mucha elocuencia en la memoria de 1863 : « Puede decirse sin exageración que en la República Argentina no hay caminos, si no se da ese nombre á las huellas profundas y sinuosas formadas, no por el arte, sino por el ir y venir de las gentes al través de vastas llanuras, por en medio de los bosques ó por las cumbres de las colinas y montañas. En esta inmensa extensión de territorio se encuentran catorce ó diez y seis ciudades separadas unas de otras por centenares de leguas, sin que jamás la mano del hombre se haya empleado en preparar las vías que deben servir á la comunicación entre esas escasas poblaciones. Y si la civilización, la riqueza y la fraternidad de los pueblos están en razón directa de la facilidad y rapidez con que se comunican, mucho debe ser el atraso, la pobreza y la mutua indiferencia de las provincias argentinas separadas entre sí por largas distancias y por obstáculos naturales que apenas se ha intentado superar.»
La construcción de ferrocarriles, de que tanto necesita el país, ocupó también preferentemente la atención del ministro Rawson. A él, le cupo el honor de firmar el contrato con el empresario Weelwright, tan justamente alabado por Alberdi, para la construcción del ferrocarril del Rosario á Córdoba, una de las primeras vías férreas construidas en el país; y de allanar los serios obstáculos que en diversas ocasiones se opusieron á la terminación de esta línea, que tan incalculables beneficios económicos y nacionales ha producido. Inició también la construcción de los ferrocarriles del Este y Primer Entrerriano, destinados á impulsar el progreso del litoral de la República.