gostos i estrechos zig-zags, compuesta toda de piedra i cortada casi a pico; en ciertos puntos, las rocas descompuestas por la accion atmosférica no ofrecen sino un piso desigual, resbaladizo i colgado sobre abismos en los que van a precipitarse, con el movimiento de los caballos, trozos grandes i pequeños de los bordes del sendero. En algunos sitios era preciso bajarse de los caballos, pues estos se deslizaban como por sobre una tabla jabonada.
Cerca de una hora demoramos en salir de tan incómodo como peligroso camino, que terminaba en una agradable planicie de risueño aspecto i por la cual atraviesa un arroyo que la fertiliza. A la orilla opuesta, siendo como las doce, el Intendente resolvió que hiciéramos alto a la sombra de una gran roca que se destacaba como un negro esqueleto en medio de la verde colina. Las cansadas cabalgaduras lo necesitaban.
Como lleváramos algunas provisiones, improvisóse un pequeño almuerzo rociado con una botella de Burdeos mezclado con el agua del arroyo que corria a nuestros piés.
Esperamos una media hora para que se repusiesen las pobres bestias, que, en los dos últimos dias, habian sufrido una pesada carga, i continuamos en seguida nuestra marcha.
Los lugares que recorrimos no ofrecian nada de notable, a no ser las empinadas aristas que les servian de valla i una que otra vertiente que, como avergonzada de su escasez, se ocultaba entre las breñas.
Al norte se nos presentaba el valle del Colorado,