de represas, como las que han hecho tan famosas las obras hidráulicas de los moros en España, en depósitos artificiales de las aguas que hoi se malogran corriendo ociosas al mar en las grandes creces del invierno. Pensamientos de este jénero han existido ya en diversas épocas entre nosotros para acrecentar el caudal del rio de Coquimbo; igual propósito abrigó hace no muchos años un intelijente i emprendedor hacendado del norte, para derramar en el rio de la Ligua las aguas de una laguna que se dice existir en las cordilleras de Alicagüe, i por último, hace apénas un año a que el injeniero español don José Fernandez Caballero reconoció por encargo del ex-gobernador de Putaendo don Tomas Vicuña otro lago que se creyó posible comunicar con el exhausto rio de aquel nombre.
I no sucede esto solamente en Chile. Llenos están en este momento los Pirineos de trabajos hidráulicos, siendo el mas considerable de éstos el de la famosa Laguna Azul, con cuyas aguas el gobierno francés se propone fertilizar las landas del Medio dia, arenales veinte veces mayores que el Llano de Maipo.
Por que entónces la provincia mas opulenta del pais no habria de hacer a su turno algún esfuerzo para asegurarse lo que podríamos llamar un almacen de abundancia, cual seria un depósito de agua susceptible de derramarse en nuestras agostadas planicies, si mas no fuese una vez cada tres o cuatro años para dar lugar a reemplazar el elemento consumido artificialmente?