al través de elevadas montanas, ocupa una angosta quebrada de los Andes invadida por torrentosas aguas. Solo sus muchas sinuosidades i la manera especial del curso del rio hacen que el Puelo pueda ser surcado por medio de embarcaciones menores. Cada serpenteo imprime un rápido con 9 a 10 millas de carrera por hora; pero al lado opuesto del torrente i debido al mismo ímpetu de las aguas, hai un remanso o contra-corriente que permite salvar aquéllas. Cuando la correntada es uniforme i abarca toda la caja del rio, sobre la cuerda del arco del serpenteo hai costa guijarrosa que permite el uso de la sirga, descargando las embarcaciones. Pero el que esto suceda no importa una comodidad real para remontar el rio: es tan solo un arbitrio que puede utilizar un ojo esperto i una calma inmutable a la vista del peligro; porque para poder utilizar esos puntos hai necesidad de cruzar lo mas recio de los rápidos i calcular mui bien el punto en que debe abordarse, so pena de correr serios peligros. Confieso sinceramente que sin la cooperacion del intelijente práctico don Manuel Oyarzun, que quiso agregársenos en la condicion de marinero a fin de podernos acompañar i sernos útil en nuestros trabajos, talvez no habríamos podido pasar del punto en que mis dolencias me obligó a abandonar el viaje.
Unos pocos hijos de la isla de Huar son los que viajan por el Puelo desde pocos años a esta fecha. Otros individuos que, entusiasmados por el aliciente del ciprés que abunda a orillas del rio, intentaron remontarlo, tuvieron que sufrir lamentables desgracias i abandonaron definitivamente su atrevida empresa, dejándola como dominio esclusivo de los huarunos. Estos habitantes tienen el privilejio de disponer de una calma asombrosa en los peligros; son valientes e intelijentes en jeneral; tienen conciencia de sí mismos, i al tratarlos se nota en ellos soltura i naturalidad, que disimulan esa suspicacia tan pronunciada en los habitantes de las demás islas. Se les acusa, sin embargo, de alta da rectitud en sus relaciones mercantiles; pero los discípulos de una escuela viciosa tienen que participar en parte de los principios aceptados por los maestros. Citaré, además, un incidente que ocurrió en la isla de Huar cuando se contrataron los cuatro hombres i el botecito que debian acompañarnos al rio Puelo.
Ciertos individuos que se creen, talvez con razón, los doma-