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Página:Estudios críticos de Lord Macaulay - Biblioteca Clásica XXX (1880).pdf/234

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Estudios críticos.

que, á pesar de sus bellezas, no queremos nombrar, adjudica honroso papel al fraile, y en cuanto á Shakspeare, harto conocida es su parcialidad por el clero para que sea necesario demostrarla. En Hamlet, además, se lamenta la Sombra de haber muerto sin recibir la Extremauncion, y á pesar del artículo que condena la doctrina del purgatorio, dice que pasará en las llamas el tiempo necesario á expiar sus pecados[1]; conceptos que durante la época de Cárlos II habrian producido en el teatro tempestades de gritos y silbidos, porque ni eran de verdadero y celoso protestante, ni para ser oidos de protestantes verdaderos y celosos. Sin embargo, el autor de El rey Juan y de Enrique VIII no era partidario de la supremacía pontificia.

Sólo tiene, á nuestro parecer, una explicacion el fenómeno que ofrecen la historia y el teatro de aquel tiempo, á saber, que la religion de los ingleses era inerte como la del pueblo establecido por los asirios en Samaria, de quienes dice el segundo libro de los Reyes «que temian al Eterno, pero servian sus imágenes;» como la de los cristianos judaizantes, que mezclaban las ceremonias y las doctrinas de la Sinagoga y de la Iglesia; como la de los indios mejicanos, que por espacio de muchas generaciones despues de sometidos á los españoles, adoraban los ídolos grotescos del culto de Moctezuma y de Guatimocin juntamente con las imágenes católicas.

Y no estaba sólo el pueblo al pensar así, pues su reina Isabel entendia las cosas de igual modo. En


  1. «Confined to fast in fires,
    Till the foul crimes, done in his days of nature,
    Are burnt and purged away.»