Página:Estudios de historia rural.djvu/115

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público, el productor se veía obligado a vender la cosecha apenas le- vantada. En efecto, la generalidad de los agricultores no poseían capital suficiente para construir galpones en sus chacras. Esa situación se agra- vaba en el caso de los arrendatarios, que eran mayoría, pues al ser ocu- pantes precarios del suelo, tampoco tenían alicientes para invertir en me- joras permanentes, ni el propietario mostraba interés en hacerlo.

La cosecha permanecía a la intemperie o simplemente tapada con algunas lonas hasta ser fletada a la estación, con los consiguientes perjuicios que podía ocasionar el mal tiempo. Los granos ardían, se bro- taban, se humedecían y bajaban la calidad. Por consiguiente, el precio pagado al productor también caía. Una vez llegado el cereal a la esta- ción, no siempre la situación mejoraba. Allí la recibía el acopiador, que en algunos casos poseía galpones propios, pero no siempre sucedía asi: además, el depositar los cereales en el galpón de determinado acopiador implicaba comprometer la cosecha con el mismo, si es que ya no lo es- taba por las deudas. En los demás casos, la cosecha se depositaba en los galpones o tinglados de las estaciones de ferrocarril. En 1903, por la ley 4207 se obligó a aquéllos a construirlos, aunque no siempre fue cum- plida la norma. Solían ser insuficientes, se formaban pilas o estibas sobre planchadas, algunas de más de 20.000 quintales, los cargadores aportaban las lonas para cubrirlas, en épocas Iluviosas había perjuicios de hasta el 30 por ciento del grano. Esa precaria estructura de depósito se mantuvo todo el período estudiado. 52.

Además existía otra cuestión: los acopiadores alquilaban con tiem- po los galpones, usándolos como si fueran de su propiedad, producién- dose abusos, por lo que el gobierno debió, en 1912, promulgar un de- creto dejando constancia de que los galpones construidos en las estacio- nes, cuyos terrenos fueron expropiados para uso público, no podian des- tinarse a usos privados. La Bolsa de Cereales reaccionó contra ese de- creto defendiendo a los comerciantes: “los tenedores de esos galpones han sido y son los factores inmediatos del agricultor, proveyéndolos de fondos para el desarrollo completo de esa industria, garantizado por los productos depositados 53.

Los ferrocarriles eran el medio más frecuente de que se disponía para hacer llegar las mercaderías a los mercados de consumo y a los puertos. Recién al final de la década del 20 se usaron camiones con cierta regularidad.

Por su disposición concéntrica hacia los puertos —en primer lugar el de la Capital; en segundo, Rosario y Bahia Blanca- favorecian el dre- naje de la producción de la zona cerealera hacia el exterior. Para que una explotación agricola resultara rentable no debía estar situada a más de 15

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