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Página:Estudios históricos por Lord Macaulay - Biblioteca Clásica XVI (1879).pdf/415

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Federico el Grande.

Cambray, y los valles y los montes y los desfiladeros de los Alpes á la Suiza; pero Federico no poseia ninguna de estas ventajas, y la forma de sus Estados, su situacion y hasta la naturaleza misma del terreno, todo conspiraba en contra suya, pues ni un brazo de mar, ni una cadena de montañas, ó siquiera de colinas, protegia su territorio extendido, prolongado, dividido, y que parecia trazado expresamente para facilitar todas las invasiones, como que en ménos de una semana podia el enemigo acometerlo y entrarlo por donde más le pluguiera, poniendo á la capital en constante peligro. En una palabra, así los hombres políticos como los militares de Europa, abrigaban el convencimiento de que la guerra que iba á estallar terminaria en pocos dias con la derrota y la humillacion de la casa de Brandeburgo.

Federico participaba de la opinion general; pero, áun le quedaba una débil y postrera esperanza de salud. La cual consistia en la posicion céntrica que ocupaba, mientras que sus adversarios, separados unos de otros por grandes distancias, no podian concentrar fácilmente la masa total de sus fuerzas en un solo punto. Demas de esto, habitaban climas diferentes, y la estacion del año que un pueblo escogiera para comenzar las hostilidades podia no convenir á otro. Por otra parte, la monarquía prusiana no adolecia de ninguna de las enfermedades que tan frecuentes son en los imperios dilatados y ricos; la fuerza verdadera que podia desplegar en una lucha desesperada no debia calcularse de antemano por el número de millas cuadradas de su territorio ó por la cifra de su poblacion; que aquel cuerpo, flaco en apariencia, pero sólidamente constituido y bien ejercitado, era un haz de nervios,