y hermano, con su asistencia en la guerra, y como testigos de las hazañas, industria, y valor de los subditos, pocas veces se engañaron en repartir las mercedes; porque dieron mas credito à sus ojos, que a sus oidos, y siempre el premio à los servicios, y no al favor. Con esto faltaban en sus Reynos quexosos y mal contentos, pero no pudieron dar à todos los que les sirvieron estados y haciendas, con que algunos quedaron con menos comodidad que sus servicios merecian. Pero como vieron que los Reyes dieron con suma liberalidad y grandeza lo que licitamente pudieron à los mas señalados Capitanes atribuyeron solo à su desdicha, y à la virtud, y valor incomparable de los que fueron preferidos, el hallarse inferiores.
Estas fueron las causas que movian los animos en común para tratar de engrandecerse en nuevas empresas y conquistas. Los mas principales Capitanes que animaban y alentaban à los demás, fueron quatro, debaxo de cuyas vanderas sirvieron Roger de Flor, Vicealmirante de Sicilia, Berenguer de Entenza, Ferran Ximenez de Arenós, ambos ricos hombres, y Berenguer de Rocafort: todos conocidos y