Amir y Arasi 195
— ¡A la estanzuela!... pero... ¿y aceptaste?
— Acepté; ¿qué otra cosa iba á hacer?
-- ¿Y qué tal joven es César?... preguntó doña Jova deponiendo su admiración.
— ¿César? — ¡es encantador! Pero me veo en un compromiso y á la vez, el caso que se me presenta es grave.
— ¿Sí? — ¿Y cómo puede ser eso?
— Ya sabes que... En fin, — añadió Amir no sin cierto rubor, — lo que le dije al chico travieso para que le dijera á su hermana Luisa. Pues, el caso es que el chico me ha traído esta contestación verbal: —** Dice ella que, si usted acepta la invitación de 'ésar, Arasi no parecerá”.
— ¡ Ah, Amir! — En mi concepto, esta contestación ha sido dic- tada por Arasi en persona y quiere decir: —“* No
vaya á la estanzuela ó lo que es lo misimo, no acepte la invitación ”.
— ¿Y eso no te ofende, pobre hijo?...
— Quizá sí, quizá no. Y... no considero tanto la ofensa como... la negación de toda amistad que pueda existir entre ella y yo. Fácil será que me haya olvidado y que no quiera verme más.
— Eres un agorero.
— Me allano únicamente á la realidad. Ella tiene sobrada razón para odiarme.
— La realidad es bien enigmática; ella no te da autoridad para que así pienses.
— El enigma se ha descorrido, en presencia de esa especie de advertencia, ¡Oh mamá!...
— Arasi es muy sensible, muy adorable, pero muy orgullosa. Si se deja llevar por su altivez se mos- trará indiferente contigo, aunque te ame.