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Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/112

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Domingo F. Sarmiento

con lo cual la victoria se decide por la infantería. Todavía en el suelo, le hunden en la espalda la bayoneta de un fusil, le disparan el tiro, y la bala y la bayoneta lo traspasan, asándolo además con el fogonazo. Facundo vuelve al fin á recuperar su «bandera» negra que ha perdido, y se encuentra con una batalla ganada, y La Madrid muerto, bien muerto. Su ropa estaba ahí; su espada, su caballo, nada falta, excepto el cadáver, que no puede reconocerse entre los muchos mutilados v desnudos que yacen en el campo. El coronel Díaz Vélez, prisionero, diče que su hermano tenía una lanzada en una pierna; no hay cadáver allí con herida semejante.

DOMINGO F. SARMIENTO La Madrid, acribillado de once heridas, se había arrastrado hasta unos matorrales, donde su asistente lo encontró delirando con la batalla, y respondiendo al ruido de pasos que se acercaban: ¡No me rindo! Nunca se había rendido el coronel La Madrid hasta entonces.

He aquí la famosa acción del Tala, primer ensayo de Quiroga fuera de los términos de la provincia. Ha vencido en ella al valiente de los valientes, v conserva su espada como trofeo de la victoria. ¿Se detendrá ahí? Pero veamos la fuerza que Rivadavia ha opuesto al coronel del regimiento número 15, que ha trastornado un gobierno para equipar su cuerpo.

Facundo enarbola en el Tala una bandera que no es argentina, que es de su invención. Es un paño negro con una calavera y huesos cruzados en el centro. Esta es su bandera, que ha perdido al principio del combate, y que va á recobrar dice á sus soldados dispersos, —aurque sea en la puerta del infierno». La muerte el espanto, el infierno, se presentan en el pabellón y la proclama del general de los Llanos. ¿Habéis visto este mismo paño mortuorio sobre el féretro de los muertos cuando el sacerdote canta "Port inferi?» Pero hay algo más todavía que revela desde entonces el espíritu de la fuerza pastora, árabe, tártara, que va á destruir las ciudades. Los colores argentinos son el celeste y el blanco; el cielo transparente de un día sereno, y la luz nítida del disco del sol; la paz y la justicia para todos. A fuerza de odiar la tiranía y la violencia, nuestro pabellón y nuestras armas excomulgan el blasón y los trofeos guerreros. Dos manos en señal de unión sostienen el gorro frigio del liberto; las ciudades unidas, dice