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Página:Facundo - Domingo Faustino Sarmiento.pdf/136

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Domingo F. Sarmiento

ta las clases inferiores de la sociedad, y no de otro modo puede explicarse cómo las masas cívicas» de Córdoba abrazaron la revolución civil que traía Paz con un ardor que no se ha desmentido diez años después y que ha préparado millares de víctimas de entre las clases artesana y proletaria de la ciudad, á la ordenada y fría rabia del mazorquero. Paz traía consigo un intérprete para entenderse con las masas cordobesas de la ciudad: ¡Barcala! el coronel negro que tan gloriosamente se había ilustrado en el Brasil, y que se paseaba del brazo con los jefes del ejército; Barcala, el liberto consagrado durante tantos años á mostrar á los artesanos el buen camino, y á hacerles amar una revolución que no distinguía ni color ni clase para condecorar el mérito; Barcala fué el encargado de popularizar el cambio de ideas y miras obrado en la ciudad, y lo consiguió más allá de lo que se creia deber esperarse. Los cívicos de Córdoba pertenecen desde entonces á la «ciudad», al orden civil, á la civilización.

La juventud cordobesa se ha distinguido en la actual guerra por la abnegación y constancia que ha desplegado, siendo infinito el número de los que han sucumbido en los campos de batalla, en las matanzas de la mazorca, y ma yor aún el de los que sufren los males de la expatriación.

En los combates de San Juan quedaron las calles sembradas de esos doctores cordobeses, á quienes barrían los cañones que intentaban arrebatar al enemigo.

Por otra parte, el clero que tanto había fomentado la oposición al congreso y á la constitución, había tenido sobrado tiempo para medir el abismo á que conducían la civilización, los defensores del culto exclusivos de la clase de Facundo, López y demás, y no vaciló en prestar adhesión decidida al general Paz.

Así, pues, los doctores como los jóvenes, el clero como las masas, aparecieron desde luego unidos bajo un solo sentimiento, dispuesto á sostener los principios proclamados por el nuevo orden de cosas. Paz pudo contraerse ya á reorganizar la provincia, y á anudar relaciones de amisstad con las otras. Celebróse un tratado con López, de Santa Fe, á quien don Domingo de Oro inducia á aliarse con el general Paz; Salta y Tucumán lo estaban ya antes